¡Hola! Soy Paula, abrazar mi sensibilidad y habitarme con amor, me salvó.

Luchar conmigo, no escucharme, dejar que decidieran por mí me llevó…

... A renunciar a mis sueños profesionales y a decidir por una carrera que no me hacía sentir completa, pero que hoy miro con gratitud y la puedo encajar en mi puzzle de aprendizajes. 
... A atravesar una traumática intervención quirúrgica de columna, con poco menos de 25 años.
... A encontrarme acostada, sin poder caminar, durante meses.
... A ver sufrir a mi cuerpo y pensar que nunca volvería a habitarlo con amor. 

...A luchar contra mí, queriendo cerrar mis canales y percepciones, rechazando mi sensibilidad, mi espiritualidad y mi esencia, hasta enfermar. 

 

Y en medio de mi búsqueda, conocí, experimenté, estudié y me dejé acompañar por personas, técnicas y experiencias que me mostraron el camino de vuelta hacia mí. 

 Personas que supieron explicarme y hacerme comprender lo que me pasaba  para, desde ahí, observarme con amor y aceptación.

Encontrar a esas personas en mi camino hizo una gran diferencia para mí. Por eso hoy yo quiero estar ahí para ti si me necesitas.

¡No puedo!

La primera vez que me dije a mí misma “no puedes” fue con alrededor de 17  años. Quería ser bailarina profesional, quería ver la música en el movimiento de mi cuerpo, sentirla en cada célula de mi ser.

Y  dejé que un diagnóstico médico me alejara de ese sueño y se transformara en una sentencia.

Poco después, volví a repetirme, “no puedes”, cuando pensé en estudiar psicología, acompañar a personas en sus procesos de transformación.

Mi orientador me dijo: “tú eres demasiado empática para acompañar a personas, ser psicóloga solo te traería sufrimiento”. Y lo creí.

Dejé que decidieran por mí.

Estudié Relaciones Públicas y, durante un año, me dediqué a un trabajo que me hacía sentir vacía. No podía seguir haciendo algo que no alimentaba mi alma.

Renuncié y me reencontré con mi pasión por el cuerpo, por el movimiento y por el acompañamiento a personas, me formé como entrenadora personal. Lo hice con el deseo de acompañar a mujeres embarazadas, personas mayores, personas que se recuperaban de lesiones…

Y, entonces, fui yo la que tuve que pasar por quirófano.

Atravesé una operación durísima, que no salió todo lo bien que los médicos esperaban, que me dejó acostada, con mucho dolor, deprimida y con un fuerte shock post-traumático.

Acudí a cientos de profesionales, a diferentes tipos de rehabilitación que solo me traían más dolor.

Pasaban los meses y yo seguía sin poder levantarme. Entonces, mi madre se armó de valor y como familia tomamos la decisión que me salvaría la vida: viajamos de Chile hasta Alemania, para acudir a una clínica especializada en terapias naturales.

Estando allí, me sorprendió muchísimo que nadie tocara mi columna, acudía a diferentes terapias a diario. Ninguna de ellas se centraba en mi espalda. Llegué a pensar que todo aquello había sido un error: no habían entendido lo que de verdad me pasaba. quise explicárselo a mi doctora y entonces, empecé a comprender... a comprenderme.

Recuerdo cada una de las palabras que me dijeron entonces.

“Tu sistema está sobreestimulado, traumatizado. Todo lo que hagamos sobre la columna, traerá más sobreestimulación y dolor. Para curarte, primero necesitamos tranquilizar tu sistema nervioso, para que baje ese estado de defensa , podamos trabajar y vuelva a estar disponible para sanar. "

Y fue increíble como fui dejando atrás el dolor, como poco a poco, volví a moverme con fluidez, conocí Pilates y el trabajo con balón, volví a disfrutar el caminar, a sentirme de nuevo viva.

 
 
 
 
 

Regresé a Chile recuperada , y quería seguir cuidándome.

Encontré una clínica de Pilates que, sin saberlo, se convertiría en mi futuro profesional.

Encontré un médico que, por primera vez en toda mi vida, me hizo comprender que algunas de las cosas que yo vivía y juzgaba en mí, tenían nombre: era una persona índigo; y una psicóloga, que tenía una visión más espiritual e integral de los procesos, comprendió que además yo era canal y que podía aprender a gestionarlo.

Mi puzzle al fin comenzaba a armarse...

 

Fue liberador saberme comprendida

Entonces, practicando Pilates para cuidar mi columna, llegué a hacer movimientos y posturas realmente avanzadas. Me propusieron ser profesora en la misma clínica a la que yo había acudido como paciente. Vendí  todo lo que tenía para conseguir el dinero para formarme, acepté la beca que la misma clínica me ofreció y me convertí en profesora de Pilates.

Empezaba a intuir que, si creía que podía, podría.

A la vez, comencé a estudiar y formarme en todas las terapias que a mí me habían servido. Integrando distintas visiones, emocionales, energéticas, corporales, espirituales, etc. Quise especializarme en el cuerpo, la consciencia  y las emociones, porque eso era lo que me había salvado a mí.

Tras un año enseñando Pilates, en el año 2006, apareció la oportunidad de abrir mi propio espacio, un centro Integral de Terapias y  Pilates, así di a luz a Esfera, el primer centro donde empecé a enseñar Pilates a mi manera.

Era una verdadera familia, un lugar donde los alumnos se sentían pertenecientes y cercanos, sentían que era su refugio, en medio del ritmo acelerado. 

Ahí también nació el Movimiento con Alma y Sensibilidad (MAS), un Movimiento que va más allá de lo corporal y te sana de forma profunda.

El centro creció mucho, muy de prisa, pronto lideraba a un equipo de más de 10 profesionales y las personas con las que trabajaba me hacían llegar su reconocimiento, estábamos creando un espacio de consciencia y enseñando una relación más amable con sus cuerpos.

El formar mi familia y el nacimiento de mi hija, se convirtieron en un motor más poderoso para aceptarme y amarme incondicionalmente. Una niña poderosamente sensible y gran maestra para mí. De inmediato supe el tipo de maternidad que deseaba darle. Su llegada me movilizó por completo, me hizo comprender que para darle lo mejor a ella, necesitaba primero aceptarme y amarme, integrar luces y sombras, transformar creencias, habitarme aún más amablemente. 

Empecé a tomar decisiones sin miedo, por su bienestar, el de mi familia y por supuesto también el mío.

Cerré Centro Esfera, que ya no se alineaba con la vida que deseaba y me enfoqué en acompañar a personas de forma individual, personas que llegaban a mí sólo por recomendación.

Me sentía cómoda y protegida “en mi cueva”. Y, aún así, muchas personas confiaban en mí. Le tenía miedo a la crítica, al juicio. Y, entonces, un episodio de vértigo vino para recordarme que no necesitaba ser perfecta, que no necesitaba controlar, sino fluir y encontrar calma dentro de esa tormenta interna. 

El vértigo fue durísimo, me sentía completamente mareada, no podía mantener el equilibrio, no podía dejar de vomitar, perdí la audición de un oído y nuevamente tuve que re-aprender a moverme. 

En medio del caos y del dolor, conseguí meditar y mantener la calma.

En esa situación uno de mis temores era que las personas a las que acompañaba dejaran de confiar en mí: ¿cómo iba a ayudarles a ellos, si yo no era capaz de gestionar lo que me estaba ocurriendo? Para mi sorpresa, lejos de críticas o juicios, encontré respeto, admiración y reconocimiento.

Sentí que no quería seguir escondiéndome, que mis conocimientos, mensajes, experiencia y mi historia, necesitaban salir y tocar las vidas de más personas.

Y así nació el Método MECIER , que en un principio sería un libro, y que finalmente se ha convertido en la esencia y pilar de todo lo que hago.

 
 
 

El descubrir la Alta Sensibilidad, armó un puzzle en todas las dimensiones de mi vida. 

Y mi método MECIER es la forma en que hoy acompaño a otros  en sus procesos de autoconocimiento, consciencia, movimiento y amor propio.

 

¡Descubrimientos!

Hoy he hecho descubrimientos valiosísimos sobre mí y mi felicidad…

Ahora sé que, en el dolor, también hay elección. Que incluso en los días malos, puedo sentirme plena.

Que mi felicidad no depende de nada que ocurra fuera de mí... Es mi elección personal.

Que mi cuerpo siempre ha sido la puerta a mi consciencia, brújula y gran maestro.

Que cuando yo me acepto y me amo, mi cuerpo puede hacer su magia y comenzar a sanar y que lejos lo que más enferma y cansa, es estar con lucha con uno mismo. 

Que mi sensibilidad es mi mayor fortaleza, un regalo lleno de crecimiento y conexión. 

Que abrazar mi sensibilidad me permite ayudar a otras personas a abrazar la suya.

Ahora sé que mi mente es mi gran aliada, que cuando crees, creas y que la decisión es un gran poder y regalo universal.

Y quiero que tú también lo sepas, lo sientas y lo vivas.

Mi propósito es acompañarte en el viaje al re-encuentro contigo, que te abraces, conozcas, ames y vivas más consciente.

 

Quiero que, como yo, aprendas a vivir desde el amor a tu sensibilidad, a tu esencia, desde la consciencia que te permite experimentar auténtica felicidad.

Si quieres aprender a amarte de forma honesta y real.

Si quieres encontrar plenitud y coherencia en tus días.

Si quieres empezar a vivir desde la consciencia.

Te invito a mi membresía Esfera Consciente, el espacio que he creado para que personas como tú y como yo conectemos, nos acompañemos y construyamos un profundo bienestar y amor propio.

 
 
Quiero empezar a amarme hoy!

Mi caja de herramientas

... por ahora, porque me declaro amante del aprendizaje constante.