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Te contaré una historia

Feb 19, 2021

Había una vez una poderosa mujer, con la fuerza de un tornado, la contención de un capullo, la sensibilidad de una mimosa y la percepción de un búho… Intensa y misteriosa como la luna y luminosa como el sol.

Era tanta su fuerza que no sabía cómo canalizarla, ya que al sentirse diferente, creía que había algo mal en ella, en vez de ver algo especial y simplemente distinto.

Al querer encajar en un molde externo, menos intenso y más dormido, adormeció también su esencia, su fuego interno y comenzó una gran lucha.

Pero no fue una guerra con otro, sino con ella misma, contra ella y además invisible.

Para lograr su cometido, sin darse cuenta, fue reclutando un gran ejército de soldados, alguno de ellos, destacaban por su lealtad y desempeño… ¿sus nombres?

El jefe del ejército llamado Coronel “etiqueta”, luego le seguían, “sin límites”, “comparación”, iba también “soy bicho raro”, otro llamado “algo anda mal en mí” y “no soy suficiente” se mantenían firmes en las trincheras.

Era un gran ejército, pero si nombro a todos, sería una historia muy larga. Fue una guerra, que parecía interminable, su cuerpo estaba cansado, adolorido, su energía agotándose cada día y sus fieles soldados, no se rendían.

Un día escuchó en lo profundo del bosque, un susurro que decía suavemente, no estás sola, no eres una etiqueta, eres grandiosa, no eres bicho raro… simplemente eres Altamente Sensible, un alma que conecta profundamente, pero te estás desconectando de ti y ese es tu dolor.

Esa voz le dijo, no hay guerra, no es real, tu la estás creando, por lo tanto, no hay adversario al otro lado, estás luchando contigo, contra ti y tu esencia y ese es tu cansancio.

Ella asombrada, no podía creer lo que escuchaba, llevaba tantos años en esa guerra que ni siquiera se podía imaginar sin ella, se preguntaba y si no estoy luchando ¿qué hago?, ya no sé hacer otra cosa, no se quién soy sin esta armadura que he ido creando.

Esa voz le dijo, tras esa armadura, estás tu y esa fuerza que te ha permitido luchar todos estos años, es tu fuerza interior, que es infinita, solo que estás usando su energía por el canal equivocado, nada más.

Abraza esa fuerza, esa esencia, esa sensibilidad y te estarás abrazando a ti y al mismo tiempo, llevando a ese re-encuentro contigo. Verás que entre las sombras, tus soldados comenzarán a transformarse y a cambiar de piel, destellando una luz que llegará a encandilar a cualquiera y esa será tu real armadura, esa esfera luminosa que te protege y rodea, que traza tus fronteras sin necesidad de luchar con nada ni nadie y menos contigo.

Repondrás tu energía, el tornado de emociones se calmará, tu mente descansará y todo tu ser irá más lento, pero consciente.

La hermosa mujer le dijo: tengo miedo, y la voz susurró… pues invítalo, el miedo también es buen compañero, sólo que hay que ver su luz y también lo necesitas. La mujer preguntó… ¿cómo me serviría el miedo, si es justamente por él que iniciado esta guerra?, la voz contestó: es verdad, él te ha acompañado todo el tiempo, pero no escuchabas su mensaje y le temías, en vez de integrarlo y darle atención. El miedo te invita al auto-cuidado y, desde ahí te lleva al amor propio, pero en esa lucha contigo, lo que hacías era auto-destruírte. Era difícil para el miedo acompañarte así, además a lo que le temías era a ser tú misma, con tus luces y sombras, pensando que no serías aceptada, cuando quien se tenía que aceptar eras tú en primer lugar.

La voz le preguntó ¿qué necesitas para dejar esta guerra? la mujer se quedó pensando y contestó: quiero ser más fuerte, menos sensible, que las cosas me afecten menos, poder rendir como los demás que parecen no cansarse tanto, ni ser débiles… quiero ser feliz.

La voz le dijo ¿y qué pasa si justamente todo lo que me dices, es lo que te traerá felicidad?

La mujer mostraba en su rostro su incredulidad, la verdad no lograba entender a aquella voz, y fue entonces cuando le explicó:

Fuerte ya eres, para sostener una lucha interna por tantos años, tienes fuerza, resistencia, planificación y constancia, acá lo que hay que cambiar es el cauce donde eliges canalizar esa fuerza.

El ser sensible te da consciencia, estar más despierta, tener más información que la mayoría y percibir todo aquello que es invisible a los demás. Para crecer y evolucionar, estas son poderosas herramientas, más que adormecerte, necesitas respetarte, tener fronteras claras, donde eres tu otorga la llave de acceso a entrar o no a tu territorio interno. Y aquí, todo aquello que percibes, te regala un filtro más claro para hacerlo.

Quieres que las cosas te afecten menos, pero sería mucho más doloroso para ti vivir en la indiferencia y falta de empatía. Sentir que no conectas con lo que te rodea, te haría sentir vacía, superficial y estás acostumbrada a navegar en mares más profundos y descubrir su belleza desde ahí.

Qué te parece si te invito a sentir y creer que puedes decidir, que tienes ese súper poder llamado libre albedrío, que te permite escoger cómo quieres vivir cada situación. Quieres rendir como los demás, porque ves que el mundo camina a un ritmo acelerado y tu no le puedes seguir el paso, pero ¿qué pasa si ese ritmo no te permite, siquiera ver la ruta?, ni decidir si quieres hacer un cambio o parada para disfrutar un lugar que llamó tu atención, donde tu alma vibró con fuerza. Ese ritmo va en un piloto automático que le permite esa velocidad, porque si paran a pensar y sentir, se demorarían el doble, en cambio el piloto consciente, requiere ir más lento, porque te da la opción de disfrutar cada detalle del paisaje, de tomar decisiones entre rutas e incluso de cambiar y reformular el plan y por sobre todo, ser consciente de ti, sentirte, escucharte y respetarte.

¿Hay algo más que necesitas para este viaje de ir a encuentro contigo?

No quiero sentirme sola y la voz le dijo, no estás sola, estoy yo y muchas almas que resuenan contigo, una red invisible que te sostendrá que se irá tejiendo con hilos de amor y respeto, formando una Esfera consciente y protectora. Te sentirás como en tu hogar y dará el cobijo necesario para que continúes disfrutando tu andar.

Y así nació, Esfera Consciente, desde el profundo deseo de acompañarnos a brillar, de encender nuestras luces y que al espejarnos en otras, no encontremos con nosotras mismas y nos habitemos con amor.

Si el reflejo que estás viendo te llama a estar aquí… bienvenida al refugio sensible.

Esfera Conciente

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